domingo, mayo 30, 2004

¡Qué alta que estoy!


Ya llego a los botones de los canales del tele. Antes, sólo podía prenderlo y apagarlo.

martes, mayo 25, 2004

Cantitos de época

La pastelera cantaba así:
¡Pasteles calentitos
hoy no podían faltar
pa' los mozos y mocitas
que han venido a festejar!

Y la mazamorrera:
Mazamorra dorada
para la niña mimada,
mazamorra caliente
para la abuela sin dientes.
Empanadas bien sabrosas
para las buenas mozas.
Empanadas bien calientes
para todos los valientes.

O si no:
Yo soy la negra,
tengo empanadas
que a ustedes
han de agradar.
A esta morena
nadie la iguala
en el oficio
de cocinar.

También había aguateros:
Agüita fresca traigo del río,
para que tomen todos los días.
¡Aguaterooooooooooo!

Soy el aguatero;
reparto el agua
que al río
voy a buscar.
Es agua dulce
para lavarse,
preparar mate
y amasar.

Y lecheros:
Leche recién ordeñada,
leche espumosa
para usted,
mi linda moza

Soy el lechero,
mucho madrugo
y vengo a todos
a despertar.
Traigo abundante
y rica leche
para que puedan
desayunar.




¿Por qué la gente no canta más?

viernes, mayo 21, 2004

Hoy...

...el Tati me fue a buscar al jardín (hoy tuve natación, y metí la cabeza abajo del agua!)

...vino mi prima Melisa, y le pidió permiso a mamá para llevarme a jugar con sus primas Julieta y Victoria. ¡Nos divertimos mucho! Meli y Vicky me trajeron de vuelta a casa a las siete.

...y, antes de cenar, le saqué chispas al piso de la cocina con mi pata-pata.


(¿Se nota que hay un juguete nuevo en la casa? ¡Finalmente mamá va a poder contar mis historias como quería desde un principio...!)

jueves, mayo 20, 2004

Cosas ricas

El cartel en la puerta del jardín hoy decía:
"En el taller creativo, hoy hicimos pastelitos. ¡Qué rico!"
Yo colaboré. Y el jardín tenía olor a dulce de batata.

Mamá y papá probaron uno, y les encantó.

miércoles, mayo 19, 2004

En medio de los preparativos... para no sé qué

Hay cosas que entiendo, y otras que no. Por ejemplo...
Ayer regresé al jardín, luego de diez días sin ir, porque estaba enfermita. Sí, de nuevo, y con una gripe fea. Hasta me pusieron en una cama fría y dura y me sacaron fotos, y lloré porque no me gustó. Pero bueno, eso no viene al caso, porque ya estoy muy bien; el doctor le dijo a mamá que puedo hacer todo lo que hago siempre.

Así que, preparando mi regreso al jardín, mamá se puso a buscar un libro de cuentos. Se llama "La familia Conejín" y es de la biblioteca ambulante; teníamos que devolverlo. Ella lo buscó donde lo había dejado, pero no lo encontró. Le preguntó a mi abuela Kuky, que lo buscó donde lo vio la última vez, pero no lo encontró. Le preguntaron a papá, que dijo que lo había visto pero no sabía dónde. Así que lo buscaron por todas partes, pero no lo encontraron.

Lo encontré yo, donde lo había puesto, y se los dí.

Esas cosas, sí entiendo.

Pero no entiendo por qué tanto revuelo con una tela de mi mamá, y una puntilla de mi abuela. Mamá se pasó un buen rato en la máquina que hace ruidito y no me deja tocar, con alfileres con puntas de colores que tampoco me deja tocar y, finalmente, con la tijera que tampoco me deja tocar. Lo que sí me dejó tocar fue lo que hizo con todo eso, porque me lo puso.

Es una cosa medio rara, pero todo el mundo dice que me queda precioso y que me van a sacar muchas fotos con eso el lunes que viene.

Pero yo no entiendo.

viernes, mayo 14, 2004

Palabras laaaaargas

Acabo de estrenarme en este mundo tan complicado de las palabras de tres sílabas. La primera fue mamita. La segunda, babero.

martes, mayo 11, 2004

Una palabra nueva

La anterior, al final, fue la sexta enfermedad. Traducción: una cosita de nada, aunque bastante mala sangre le hizo pasar a mamá y papá.

Pero el viernes pasado, otra vez, tuve fiebre. Mi doctor dice que es una gripe, pero me hizo sacar radiografí­as. Tengo tos. Pero ya estoy mucho mejor.

Lo que sí­, durante el fin de semana no tuve hambre. Y, por eso, aprendí­ a decir no. Papá preguntó que por qué aprendí­ a decir no, tan clarito, en lugar de sí­. Mamá dice que es porque las letras de no ya las sé decir, pero todaví­a no manejo la ese.

Lo único que yo sé es que ahora, en vez de mover la cabeza de un lado al otro evitando la cuchara, digo bien clarito:

¡No!